[Reseña] «El vicepresidente»: Audacia y política en primer plano

Tiempo estimado de lectura: 3minutos, 22segundos

«El vicepresidente» es uno de los últimos estrenos pendientes en la carrera a los Oscars; a sus ocho nominaciones, entre las que se cuentan mejor película, mejor actor y mejor director, se suma una alabada interpretación y transformación de Christian Bale, razones que probablemente harán de la cinta parte esencial de tu lista de películas por ver esta temporada. 

Sinopsis: Explora la historia real sobre cómo Dick Cheney (Christian Bale), un callado burócrata de Washington, acabó convirtiéndose en el hombre más poderoso del mundo como vicepresidente de los Estados Unidos durante el mandato de George W. Bush, con consecuencias en su país y el resto del mundo que aún se dejan sentir hoy en día. 

Vice es una propuesta sumamente atractiva, independiente de si conoces o no a Dick Cheney o tu relación con la política. Sin importar si hemos visto cosas similares del director Adam McKay previamente, su construcción sigue siendo una apuesta interesante: Cuenta con una edición con la que cuesta enganchar en un comienzo, pero que una vez que atrapa, transforma la experiencia. Presentándonos la historia de uno de los vicepresidentes más poderosos de la política estadounidense, la cinta nos muestra como una persona dotada de inteligencia y contactos es capaz de manejar todas las herramientas a su alrededor como piezas en un juego de mesa, haciendo que todo camine en pro de sus fines personales, moviendo leyes e influencias motivado por su ambición y visión autoreferente del mundo, mostrándonos que algunos de los grandes sucesos de la historia moderna estadounidense fueron provocados por decisiones tomadas tras un escritorio, convirtiéndolos en pequeños sacrificios en post de ciertos planes, ignorando su real impacto.  

Al igual que en «The Big Short», el director nos conduce a través del grueso de la política estadounidense intentando simplificar lo máximo posible el aspecto técnico, con explicaciones guiadas por un misterioso narrador, creyendo que compromete la agilidad del espectador pues la política no espera a nadie. Llena de ingenio y de segundas intenciones, la historia hace tangible cómo hay pocos límites que no se puedan transgredir y aún menos cosas que no puedan alcanzar si eres lo suficientemente inteligente y despiadado. 

La película se equilibra perfectamente entregándonos múltiples puntos fuertes, en donde su actuación y atractivo guión hacen de piedra angular. Bale logra recrear con gran éxito a Dick Cheney en alma cuerpo, un hombre nacido para el juego político, maestro de la manipulación. Emulando a la perfección la identidad del político, no cabe duda de que su nominación a mejor actor es una de las que más fuerza tiene. Por otro lado sus compañeros de elenco se aclimatan a la potencia de Bale, entregando también por su parte grandes interpretaciones. Amy Adams es una contraparte totalmente a la altura, llegando a asumir el poder en pantalla de Bale cuando las circunstancias lo ameritan, manteniendo el ritmo en escena y alejándose por completo del rol de mera esposa. Sam Rockwell por su parte nos deleita una vez más, esta vez interpretando la cara menos pública de Bush, esa en donde es simplemente una imagen y un instrumento más en medio del plan de Cheney.

El guión destila humor oscuro y atrevido, llegando incluso a incluir diálogos de estilo Shakesperiano, contribuyendo a convertir la política en un tema atractivo incluso para quienes no la entienden o se sienten totalmente alejados de la realidad norteamericana. Sin duda la película tiene méritos de sobra para ser uno de los contendientes más fuertes en esta carrera, sellando otro éxito de Adam McKay en la gran pantalla, pese a que su estilo puede ser difícil de digerir. Pueden disfrutarla en cines a partir del 21 de febrero gracias a Cinetopia.

Sin comentarios

Deja una respuesta