[Reseña] «La Chica Sin Nombre»: el drama disfrazado de thriller

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Hay un muerto, un asesino y un misterio, pero en «La Chica Sin Nombre» no hay un protagonista policía. La cinta belga-francesa de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne, expone la fragilidad de una persona ante la muerte de un desconocido y la urgencia por darle al fallecido un nombre y, más importante aún, un sentido.

Sinopsis: Jenny, una joven médico de familia, se siente culpable por no haber abierto la puerta de su consulta a una chica a la que encuentran muerta poco después. Al saber que la policía no tiene forma de identificarla, Jenny tiene un solo objetivo: descubrir el nombre de la joven para que no sea enterrada de forma anónima y desaparecer como si no hubiera existido nunca.

«La Chica Sin Nombre» es una película policíaca, sin la necesidad de un policía. Aquí la «detective» de la trama es, la actriz francesa Adèle Haenel, quien interpreta a una joven médico que se expone a la violencia y lo ilegal con tal de descubrir un misterio; uno que no le afecta directamente, pero que no la deja tranquila. Es en la actuación de Haenel en lo que se sostiene el drama.

Es una cinta que parece no tener grandes reparos en lo estético, pero que al analizarla con más detalle revela la preocupación de los realizadores en este aspecto.

En la paleta de colores domina siempre el gris; los tonos apagados se asemejan a las emociones de la protagonistas, a su angustia e introspección. Además, el uso de la cámara en mano revela la desesperación que tiene Jenny por encontrar una respuesta y las muchas veces que el miedo la atrapó cuando se exponía al peligro. Todo esto apoya el impecable trabajo de la protagonista.

Quizás la película no es la más fuerte, pero sigue siendo sólida y mantiene al espectador intrigado con la esperada resolución del final. No por nada fue seleccionada para competir en el Festival de Cannes y  se ganó una nominación a Mejor Película Extranjera en los Premios César.

Una producción que merece ser vista sin interrupciones, pues aquí no hay grandes persecuciones policiales ni armas, sino que una tremenda interpretación de aquellos que se ven afectados en un asesinato, sin ser la misma víctima.

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