[Reseña] «La Madame»: Otra Cenicienta más

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Si ya lo he dicho antes, lo volveré a decir de todas formas: amo el cine europeo. Si bien en Estados Unidos tenemos ciertas increíbles películas que nos llegan de parte de las productoras independientes que cada día obtienen más renombre (*ejem ejem* «A24» *ejem ejem*), es de Europa que constantemente recibimos cintas con historias fílmicas llenas de novedad y estilo, con visiones sumamente prometedoras. Es por esto mismo que tras ver «La Madame» («Madame»), no pude evitar quedarme algo atónito tras lo que vi en pantalla. Y no lo digo en el buen sentido.

Sinopsis: Buscando animar su alicaído matrimonio, Anne (Toni Collette) y Bob (Harvey Keitel) se van a vivir a París, la ciudad del amor. Para inaugurar la nueva residencia, deciden hacer una cena para doce personas de la alta sociedad. Pero, antes de que los invitados lleguen, Anne descubre que hay trece puestos en la mesa. Aterrorizada por el número de la mala suerte, le pide a su empleada, María (Rossy de Palma), que se haga pasar por una aristócrata española para que sean catorce invitados. En la cena, María se sienta junto a un refinado agente inglés del arte y, luego de unas copas de más, ambos se sienten atraídos, iniciando un affaire que su patrona intentará detener a toda costa.

Con un trailer así y con el talento puesto tanto frente como detrás de cámara, uno juraría que esta película sería una apuesta segura de buena entretención, con notables actuaciones y gran humor. Sin embargo, la primera embarcación al cine en inglés de la autora, guionista, dramaturga y directora francesa, Amanda Sthers, deja un sabor insípido en la boca con una adaptación más del montón del clásico cuento de «La Cenicienta» que todos conocemos, y que se pega sola en el pie por querer intentar ser mucho más que eso sin realmente decir algo nuevo.

Esto no quiere decir que la cinta no tenga sus méritos. Por un lado, el reparto, como era de esperarse, da su todo en cada momento que se encuentran frente a la cámara, lo cual se nota y se aprecia, ya que resulta difícil pasar por alto la neurosis de Toni Collette («El Legado del Diablo»), el carisma entrañable de Harvey Keitel («Tiempos Violentos»), y obviamente, la siempre extraña pero encantadora musa de Almodóvar, Rossy de Palma («Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios»).

El único problema frente a esto, es que el libreto encuentra la manera de darles a los artistas un material que o los deja como personajes sumamente desagradables al punto de no querer seguir soportándolos, o quedan como personajes sumamente ilusos que forman parte de una fantasía muy familiar y anticuada como para lo que el guión propone. Hay varios personajes que tienen poco a nada de desarrollo en la historia, a pesar de que la narrativa pareciera sugerir a momentos que algunos tendrán un aporte relevante y una evolución a lo largo de la película, cosa que termina no siendo el caso.

Asimismo, el otro punto positivo de la cinta es la cinematografía a cargo de Régis Blondeau, quien tiene un claro ojo para resaltar los paisajes franceses y los colores de tanto los muy bien logrados sets como también del maravilloso vestuario que se eligió para la película. La producción, como suele ser costumbre en el cine europeo, no escatimó en gastos.

Más allá de eso, no hay muchos más pros que señalar. Y es aquí donde quiero hacer énfasis en el mayor problema del filme: el propósito de la historia. No puedo decir que haya leído o visto alguna obra a cargo de Amanda Sthers, pero dada su reputación, uno creería que tendría un foco más claro y conciso que el que la película tiene.

La narrativa intenta contar una historia con la base de «La Cenicienta» pero que al mismo tiempo funcione tanto como una comedia como una crítica social al clasismo jerárquico de las élites que aún existe hoy en día. Si bien esto es noble, la aproximación que el guión tiene a este tema es una bastante ingenua y poco realista, que parece más una caricatura que un retrato real o al menos una sátira convincente de lo que se percibe hoy en día, y es por lo mismo que muchos de los personajes, como señalé anteriormente, resultan desagradables.

Tampoco ayuda que esta sea una narrativa que ya hemos visto varias veces en innumerables ocasiones, las cuales fueron hechas de mucha mejor forma y hace ya su buena cantidad de años; es cosa de volver a visitar clásicos que suelen pasar por la tele como «Sueños de Amor» (2002) o mejor aún, «El Presidente y Miss Wade» (1995); inclusive ya tuvimos un remake de la misma princesa de Disney en 2015.

Para resumir, «La Madame» es una película que a pesar de contar con una impecable producción y con un gran esfuerzo interpretativo por parte de su reparto, no puede evitar contar con un guión que aspira a ser más que tan solo una historia romántica más del bello diamante en bruto escondido bajo la sombra de las clases sociales, y sin embargo no logra más que ser eso mismo pero con un comentario social del cual sólo se ven las raíces y termina diciendo poco a nada nuevo que no sepamos. Una cinta digerible y para pasar el rato.

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