[Reseña] «La Mujer Maravilla»: El futuro de la justicia y de DC

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Independiente de si aman o odian los cómics de DC, no hay error en señalar que la historia de la popular marca de superhéroes dentro de la industria del cine ha sido bastante decepcionante en los últimos años desde que se comenzó a desarrollar lo que conocemos como el DCEU (DC Extended Universe). Después de lo que fueron las decepcionantes apuestas del año 2016 («Batman vs Superman» y «Escuadrón Suicida»), mucho peso cayó en los hombros de la que sería su próxima apuesta, la película en solitario de La Mujer Maravilla, la cual no tan sólo tenía que ser la cinta que demostrara el potencial del DCEU, sino que también debía ser una adaptación respetuosa y fidedigna de uno de los personajes femeninos más imponentes y fuertes dentro de la cultura popular, y que sería la primera cinta en solitario de una superheroína. ¿Logró su cometido? Con toda la felicidad del mundo, puedo decir que lo hizo con creces.

Sinopsis: Antes de ser Wonder Woman (Gal Gadot) era Diana, princesa de las Amazonas entrenada para ser una guerrera invencible. Diana ha sido criada en Temiscira, una isla paradisíaca protegida de las amenazas de la civilización humana; hasta que un día el piloto americano, Steve Trevor (Chris Pine), tiene un accidente y acaba en sus costas, advirtiéndole de un gran conflicto existente en el mundo (la Primera Guerra Mundial). Diana decide salir de la isla convencida de que puede detener las inminentes terribles amenazas de la guerra. Mientras lucha junto a los hombres en la guerra que acabará con todas las guerras, Diana descubrirá sus poderes en el proceso, y de paso, encontrará su verdadero destino.

Creo que hay que partir haciendo una aclamada mención al trabajo colectivo entre la directora Patty Jenkins («Monster») y el guionista Allan Heinberg, quienes lograron traer a la vida, sin duda alguna, a la que ha sido la mejor película de superhéroes de DC en años, desde que terminó la trilogía de «El Caballero de la Noche» de Christopher Nolan en 2012.

Por un lado, Jenkins ya había trabajado previamente con la caracterización de otro fuerte personaje femenino dentro de la cultura popular, que fue la historia real de la asesina Aileen Wuornos en su película «Monster» (2003), la cual llegó a tener tan buena dirección, que le permitió a Charlize Theron ganar el Oscar a Mejor Actriz por su interpretación del rol protagónico.

Asimismo, por el otro lado, si bien este es el primer trabajo de Heinberg como guionista en la pantalla grande, el escritor ya había trabajado con diversas series de televisión («Sex & The City»; «The O.C»; «Grey’s Anatomy»), y asimismo, trabajó en varios cómics de rotundo éxito (la serie de «Young Avengers»; un arco de 5 tomos de «Justice League»; y el re-lanzamiento de «Wonder Woman» tras la mini-serie «Infinite Crisis» que involucraba a la heroína); por lo que su familiaridad tanto con la industria hollywoodense como con la de los cómics (y en especial con la protagónica superheroína), lo volvieron una elección más que indicada para este proyecto; y la verdad es que se notó de sobremanera en conjunto con la visión de Jenkins detrás de la cámara.

A pesar de que el popular personaje de Diana de Temiscira tiene un profundo desarrollo en las viñetas de su mundo gráfico, no hay que dejar de lado que la superheroína también, en su esencia, sigue siendo un carácter sumamente simbólico para la mítica norteamericana, ya que es básicamente el contraparte de DC al reconocido personaje de Marvel, Capitán América; y por lo tanto, cuenta con un origen que en los principios de la historieta, tenía un sentir patriótico bastante cursi como el superhéroe ya mencionado.

El motivo por el cual menciono esto, es porque el equipo creativo de la película supo cómo tomar esto y volverlo una fortaleza de la película en sí; ya que es ese sentir cursi detrás de los ideales del amor, la libertad y la justicia que nuestra protagonista defiende, el que le da un carácter sumamente empático a la misma a lo largo de la película; pero no de manera exagerada ni dolorosamente predicadora, sino que resulta completamente justificable dado que vemos el origen de una heroína que nació en un mundo de bien completamente aislado de los males de la humanidad, por lo que resulta obvio que quiera defender y propagar dichos ideales para el bien universal; y a medida que la vemos aprender cada vez más de la crueldad del mundo, más efectiva es la evolución que vemos de ella como personaje, tal como asimismo la vemos transformarse en la versión que visionamos en poca medida en «Batman vs. Superman»;y lo que es más importante, también nos demuestra que necesitamos esos héroes (sean hombres o mujeres) que ven lo bello en las pequeñas cosas que permanecen dentro del caos y las atrocidades de la sociedad.

Con todo esto dicho, hay que mencionar también que la película tiene un impecable balance entre la seriedad y el humor a lo largo de la historia. Dentro de un universo cinematográfico donde todo ha resultado ser oscuro y crudo en su naturaleza, esta película se dispone a salirse de los márgenes y traer humor sólido e inteligente a la mesa.

Si bien estaba claro que un personaje como La Mujer Maravilla -y de la mano de una directora- tendría un discurso que empoderaría al sexo femenino en el mundo de los superhéroes en la pantalla grande; en ningún momento este tema resultó ser excesivo, ofensivo y/o sermoneador, al punto de ser una base sumamente básica de «las mujeres mandan y los hombres apestan», sino que opta por ser astuto, y aborda ciertas verdades sobre nosotros como humanos y sociedad, que no tan solo son anticuadas, sino que también resultan ridículas por ello, y esa es la fórmula del humor efectivo.

Ahora, obviamente no podemos hablar de una buena historia y sentido del humor, si no hablamos de los artistas que lo deben traer a la vida; y el reparto en esta película entrega de sobremanera.

Para partir, Gal Gadot (la saga de «Rápido y Furioso»; «Espiando a los Vecinos») no fue tan solo la mejor elección para el rol protagónico, sino que ella ES la Mujer Maravilla. No tan solo cumpliendo con los parámetros del aspecto físico, sino que también convee con naturalidad la esencia del personaje en sus orígenes, mezclando tanto su inteligencia y rudeza, con el más inocente carácter de una persona que no ha sido corrompida por los vicios de la humanidad. Sus expresiones, su ingenuidad ante un mundo que desconoce, su sentido de lo justo, etc… son las cosas que hacen del personaje uno que podemos atesorar de todo corazón; y ese es probablemente el mayor logro que se ha alcanzado en el DCEU.

Por otra parte, Chris Pine (el reboot de «Strar Trek»; «Horas Contadas»), es quien se lleva todas las risas como el piloto norteamericano, Steve Trevor, quien sin dejar de ser un héroe de acción admirable, queda siempre relevado a un plano de confusión e incomodidad al momento de enfrentarse a la inhabilidad de Diana de mezclarse con la sociedad y de seguir los planes. Siendo que ambos son personajes buenos de corazón, pero atados a ideales que son idénticos en esencia, pero diferentes en forma en vista de los distintos mundos en los que han vivido; la forma en la que aprenden el uno del otro, hace que la relación entre ellos dos sea tan entretenida y empática de ver y sentir.

También cabe destacar un muy buen empleo de las técnicas de producción, cámara, y efectos especiales; porque en conjunto, todo resulta una experiencia que es la definición de un gran blockbuster. Desde las variaciones en colores que pasan de una vibrante y viva Temiscira, a los oscuros y destruidos parajes de la Europa destruida por la guerra; unos buenos seguimientos de cámara, particularmente destacando en las increíbles escenas de acción, y un vibrante uso de CGI en las secuencias más destructivas y explosivas que podrían imaginar, que a diferencia de las que fueron usadas en las entregas previas del DCEU, se sienten bienvenidas y entretenidas en vista del buen balance entre el progreso de la historia, el desarrollo de personaje, y los momentos de acción.

Ahora, si bien la película claramente me gustó mucho, no deja de tener algunas fallas, que si bien son menores, no dejan de pasar desapercibidas.

La principal, y probablemente de la cual derivan los otros problemas, es que pareciera que se buscó adaptar mucho más la esencia de lo que han normalizado las películas de Marvel. Con esto me refiero a que se tiene una historia de origen que es ad hoc al material original pero no deja de ser simple; presencia de villanos rebuscados dentro del mundo del personaje, y que no tienen una mayor dimensionalidad como para resultar memorables (el verdadero síndrome del MCU), y una fuerte presencia de humor constante a lo largo de la película. Si bien esto no es algo necesariamente malo, sí es suficiente como para denotar que a pesar de que DC logró hacer ese cambio que le faltaba para poder entregar un producto sumamente satisfactorio, lo hizo a expensas de desarrollar algo netamente original, por lo que si bien quedamos frente a algo completamente entretenido y bueno, seguimos privados de presenciar algo que cambie realmente las reglas del juego.

Para resumir, «La Mujer Maravilla» es la película que, si bien fue de manera inesperada, logró -finalmente- demostrar el potencial oculto dentro del DCEU, después de tantos años. Con una cinematografía variada, actuaciones que traen a la vida a personajes memorables y queridos, vibrantes escenas de acción, y un increíble sentido del humor; esta es la película que hay que ver lo antes posible tras su estreno. Un vistazo digno e inolvidable al potencial de las superheroínas en la pantalla grande, y al futuro no tan solo de la justicia, sino de un esplendoroso mundo cinematográfico de DC.

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