[Reseña] «Nunca Digas Su Nombre»: Digan «Bye Bye» al «Bye Bye Man»

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Bueno mis queridos lectores y lectoras, ha llegado la hora de presenciar un momento que rara vez se da con mis reseñas -y cuando se da es con buena razón-, la instancia en donde una película me saca de quicio hasta el punto en donde mi profesionalismo da un salto por la borda, y en cambio se libera a mi ser profundamente ñoño y cinéfilo, porque al fin y al cabo, ¿Qué es ser un cinéfilo ñoño sin una pasión desenfrenada?

¿Qué me ha traído a este extremo? Pues la nueva película de terror, «Nunca Digas Su Nombre» («The Bye Bye Man»), de Stacy Title («La Última Cena»), la cual logra trascender el espíritu de todas las películas malas y mediocres del género, y ha logrado ocupar un lugar dentro de mis 5 películas más odiadas de todos los tiempos. Damas y caballeros, prepárense.

Sinópsis: Cuando tres estudiantes universitarios se mudan a un viejo campus, sin querer dan rienda suelta a una entidad sobrenatural conocida como «The Bye Bye Man» , que querrá cazarlos por haber descubierto su nombre. Ellos deberán tratar de salvarse, y al mismo tiempo mantener la existencia de «The bye bye man» en secreto para salvar a otros del mismo destino mortal.

Todos sabemos que el género del terror es uno muy trillado hoy en día; donde la gran mayoría de las nuevas películas que forman parte de él resultan ser nada más que copias de diversas fórmulas que fueron en un comienzo exitosas hace ya años; sin embargo, a pesar de no ser más que un esfuerzo barato para ganar dinero y dar más de lo mismo, esas películas al menos hacían el esfuerzo de seguir una misma línea protocolar. «Nunca Digas Su Nombre» ni siquiera aspira a esto, y en cambio se dedica a crear un mito de un nuevo «monstruo» (si es que podemos decirle así), que narrativamente no funciona y carece de una base lógica de sentido para poder resultar efectivo.

Esto es porque «The Bye Bye Man»es un ente que no hace más que existir, al cual todos los personajes parecen tenerle miedo, pero sin embargo, nunca se demuestra el motivo por el cual deberían temerle, por lo que nos vemos frente a nada más que una entidad que solo sabemos que puede hacerte ver y escuchar cosas que no son (pero que no pueden dañarte), que puede aparecer aleatoriamente en un rincón de tu casa, y que en la esencia natural de un complejo de Edward Cullen, no hace más que mirarte inmóvil desde un rincón con su rostro pálido, y apuntarte con el dedo. No hay un uso de lo grotesco, lo imprevisible, y/o lo terrorífico; y por ende, nos vemos frente a un monstruo «protagónico» que carece de todo impacto y presencia a lo largo de toda la película; y eso ya es un enorme error si es que su nombre es el título de la misma.

Por otro lado, las actuaciones son terribles. Desde el momento en que comienza la película, con tan solo la primera línea de diálogo ya sabes que estás dentro de una catástrofe fílmica; y lo peor es que se supone que deberíamos estar inmersos e incluso en shock frente a un prólogo donde vemos un homicidio múltiple en un vecindario de los suburbios de Estados Unidos en los años 60′. Sin embargo, no se puede evitar hacer algo más que reír frente a tal nivel de sobreactuación…ni tampoco podemos concebir que lo vayan a superar quienes van a ser nuestros protagonistas.

Douglas Smith («Big Love»), Lucien Laviscount («Scream Queens»), y Cressida Bonas («Tulip Fever»), son todos artistas que han demostrado gran talento anteriormente, siendo incluso la mayoría de ellos parte del renombrado mundo del espectáculo de Inglaterra; lo que lleva a preguntarnos cómo es posible que desplieguen absolutamente ninguno de esos dotes en esta película. Smith nunca lleva a su personaje a un punto medio entre la razón y la locura, sino que pasa bruscamente entre completo desinterés y demencia insana de un momento a otro; Laviscount pareciera no impresionarse por absolutamente ninguna de las cosas bizarras y locas que ocurren, ni siquiera cuando lo golpean en la cabeza con un bate de baseball; y Bonas aparentemente le pegó duramente a los somníferos antes de comenzar a rodar, porque estoy casi seguro de que estuvo dormida toda la película.

Asimismo, la película usa a renombradas actrices como Carrie-Anne Moss («Matrix»; «Memento») y Faye Dunaway («Bonnie & Clyde»; «Chinatown»), para nada más que engatusar a la audiencia con que tienen a talentos veteranos del mundo del cine, pero que en realidad tienen un aporte básicamente nulo para el desarrollo de la historia, donde su participación se reduce a la extensión de tan solo una escena cada una. Y aún con esto dicho, las escenas están pésimamente actuadas. Si vieron el trailer (el original), les dejo por escrito que la escena del interrogatorio en la cárcel es la mejor de toda la película, y como pudieron notar,  no destaca por nada en lo absoluto.

Por cierto, hablando de trailers; creo que el que se está usando para distribuir la película aquí, es publicidad sumamente engañosa. Más allá de que se muestran escenas que nunca aparecen en la película (y en su defensa, el trailer original hace lo mismo), también tira un titular que dice «Basada en Eventos Reales», y no, no hay nada de hecho real aquí.

Más allá de que en ningún millón de años la realidad de nuestro mundo se vincularía con hechos tan mediocres y falsos, la verdad es que no cuesta nada meterse a cualquier base de datos de películas, para ver que la narrativa de esta película se basa de hecho en la historia «El Puente a Body Island» dentro del libro antológico de Robert Damon Schneck, «El Vampiro del Presidente»; y si bien esa historia es un recuento investigativo de un verdadero caso de índole paranormal en Estados Unidos, la película se tomó demasiadas libertades en la adaptación del cuento, hasta el punto en que se dedicó a inventar más que adaptar; y aún así, no inventó ni adaptó la base más importante de todo mythos de un personaje: contexto, origen y motivo. Si bien en el libro el personaje del «Bye Bye Man» tiene toda una historia detrás, la película no explica nada de ello en lo absoluto, y hay varios elementos que están presentes en ella, y sin embargo nunca son desarrollados para explicar su propósito (hay unas monedas que no sabemos para qué o por qué son importantes; hay un perro infernal que nunca sabemos de dónde vino o cuál es su cometido; y se explota la presencia constante de un tren, pero nunca sabemos por qué).

También hay que destacar que para ser una película de poco más de hora y media, uno no puede evitar sentir que casi la mitad de la misma no es más que relleno para completar una duración considerada como suficiente para un largometraje. Se presentan personajes con poco aporte a la historia, por lo que reciben más atención de la necesaria, y sin embargo no es la suficiente como para desarrollarlos; se construyen escenas que en teoría deberían causar tensión y suspenso, pero fallan miserablemente a causa de un terrible uso de los tiempos y pausas, hasta el punto en donde los jumpscares no tan solo son predecibles, sino que llegan demasiado tarde como para que siquiera andemos pendientes de la típica predicción: «aquí va a saltar algo».

Tampoco se puede pasar por alto el que esta película, desde un punto de vista técnico, es sumamente perezosa. Todas las tomas son estáticas e inmóviles, nunca hay un juego con la cámara para hacer que nos movamos por los entornos, sino que simplemente estamos viendo las cosas desde un ángulo por unos momentos, y luego corte a otra toma desde otro ángulo. Y no conforme con esto, tampoco podemos dejar pasar que estamos frente a una película que contó con un presupuesto de $7.4 millones y que tiene efectos especiales tan malos, que deja a «Sharknado» al nivel de «Doctor Strange». No sé uds., pero yo me sentí honestamente ofendido cuando me muestran un hellhound (sabueso del infierno) hecho con efectos visuales que esperaríamos en una escena de uno de los primeros juegos de la Play Station 2.

No sé qué más decirles, así que pasaré a resumir. «Nunca Digas Su Nombre» es una terrible película que en ningún momento siquiera intenta dar miedo o contar una historia coherente. Los personajes son prototípicos y sobreactuados, y su monstruo principal carece de un origen, una motivación en lo absoluto, presencia en pantalla, y principalmente, rasgos que lo definan como para ser una entidad que efectivamente cause terror (o que al menos haga algo). La dirección es terrible, la cinematografía es aburrida y estática, y el nivel de producción es tan bajo, que pareciera ser que en primera instancia iba a ser estrenada exclusivamente en dvd, pero que los altos mandos decidieron estrenarla en cines para ganar más dinero; y lo peor es que esa no es la realidad, sino que la intención siempre fue el que se viera en la pantalla grande.

No puedo de ninguna manera o forma recomendarles esto sin que me carcomiera mi propia conciencia, y la mejor sugerencia que podría darles es que en caso de querer entretenerse con algo sumamente malo, esperen a poder verla en casa junto a amigos, con una cantidad considerable de alcohol, y mucha comida chatarra; porque más allá de esa instancia, no puedo decir más que, a mi juicio, acabo de ver una de las 5 peores películas que he visto en mi vida; y si no me creen, les dejo mi recreación visual de mi experiencia viéndola. Tengan un muy buen día o una buena noche viendo cualquier otra cosa menos esto en el cine; lo mejor que pueden hacer es decirle «Bye Bye» al «Bye Bye Man».

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