[Reseña] «Silencio»: Cuestión de Fe

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Martin Scorsese («Los Buenos Muchachos»; «Los Infiltrados»; «El Lobo de Wall Street») es sin duda uno de los mejores directores que siguen vigentes en la industria cinematográfica, con una trayectoria que data desde los años 60′ y que cuenta con varias de las películas más renombradas de la historia del cine. Es por eso que cuando sabemos que un director así tiene un «passion project» (la «pasión por un proyecto»), sus expectantes fanáticos siempre están atentos; y ese es el caso con «Silencio», su nueva película, la cual está basada en la polémica novela de 1966 escrita por Shūsaku Endō, y que el cineasta se determinó a adaptar al cine tras haberla leído en 1984. Ahora, más de 30 años después, finalmente vemos su sueño realizado, y la verdad es que no se puede decir menos que Scorsese ha logrado otra de las grandes, y lo que parece ser, su película más personal hasta hoy.

Sinopsis: Segunda mitad del siglo XVII. Dos jesuitas portugueses (Andrew Garfield y Adam Driver) viajan a Japón en busca de un misionero (Liam Neeson) que, tras ser perseguido y torturado, ha renunciado a su fe. Ellos mismos vivirán el suplicio y la violencia con que los japoneses reciben a los cristianos; y en el proceso, verán su fe puesta a prueba.

Hay un peso sumamente grande que cae en los hombros de «Silencio», y eso se debe a que la película se sale de los márgenes de lo que los fanáticos esperan de alguien como Scorsese; un cineasta que no tan solo sabe de cine gracias a las películas que ha visto, sino también debido a sus propias experiencias fílmicas como director, y si bien lo reconocemos por traer a la pantalla grande a notables personajes de la mafia italiana, visionarios magnates con una ambición por volar alto, taxistas sociópatas, y misóginos multimillonarios de Wall Street, entre otros; es ahora que deja sus géneros de lado y se dispone a abordar algo sumamente personal para él: su fe.

Si bien no es algo nuevo para él el abordar algo tan personal como la fe, ya que lo hizo anteriormente en «La Última Tentación de Cristo» (1988) y «Kundun» (1997); «Silencio» demuestra ser sin duda la entrada más personal y redonda dentro su trilogía «religiosa» no oficial, ya que no busca humanizar iconos religiosos, sino retratar una travesía humana y tempestuosa sobre la eterna crisis de fe que aflige a muchos, cuando la fe y la razón se ven en una dura pugna, y en el proceso se abordan un sinfín de emociones que pasan por el dolor ante la duda religiosa, el cuestionamiento del silencio de Dios ante el sufrimiento ajeno, y la naturaleza ética de la apostasía frente al martirio. Si bien es una temática frágil, no deja traer a la luz un montón de preguntas que resultan pertinentes en la actualidad y de manera universal para toda fe existente; lo cual conlleva a cuestionar el cómo la película no resultó ser más galardonada -o al menos reconocida- que lo que dejaron ver tantas ceremonias de premios en los últimos meses.

Claramente, un director no podría tener tanta aclamación como la que tiene Scorsese si no sacara lo mejor posible de los artistas con los que trabaja; y en este caso, eso no es excepción. Adam Driver («¿Solo Amigos?»; «Star Wars Ep.VII: El Despertar de la Fuerza), y en especial Andrew Garfield («La Red Social»; «Hasta El Último Hombre»), hacen un trabajo impresionante como los dos sacerdotes jesuitas que emprenden una misión en búsqueda de su mentor – una aparición breve pero no menos poderosa por un siempre notable Liam Neeson («Búsqueda Implacable»)-, siendo Garfield el verdadero protagonista de la película, y la desgarradora personificación de un hombre de fe en momentos de crisis, donde su fe se ve cuestionada no tan solo por la intolerancia religiosa y el sufrimiento causado a sus pares cristianos en el país donde se esconde, sino también por su propia actitud respecto a sus creencias, en donde yace la pregunta sobre si el hombre efectivamente cree en Dios, o si mediante su propia vanidad de fe, busca trascenderlo a expensas del sufrimiento ajeno.

Por el otro lado, obviamente se tiene que destacar la increíble cinematografía del mexicano Rodrigo Prieto («Secreto en la Montaña»; «Babel»), la cual detalla de manera cautivante los parajes del Japón del siglo XVII; rebozante de colinas verdes y rocosas, bosques vivos, montañas cubiertas en niebla y rodeadas de flamantes geisers, aldeas llenas de chozas de madera, costas lúgubres impactadas por un mar incesante, etc… Tal como en la edición de sonido se decide aludir al silencio del título, el cinematógrafo aprovecha la instancia y mantiene tomas fijas y prolongadas en donde nada más que el sonido de la naturaleza se fusiona con la imagen y cautiva de sobremanera al espectador. Bien merecida la nominación a la estatuilla dorada.

Ahora, si he de abordar problemas con la película, tengo que decir de antemano que esta no es una película para todos, y especialmente, no para el fanático de cine tradicional que anticipa grandes blockbusters y/o las comúnmente aceleradas y activas películas de Scorsese. El film se toma su tiempo para detallar la inmersión de los protagonistas en este nuevo y hostil ambiente, y en su defecto, pretende atrapar al espectador; lo cual si bien por mi parte es algo muy apreciado y bien recibido, aún así no puedo negar que puede considerarse a veces innecesariamente más largo de lo necesario; y es eso lo que puede resultar en un tedio para muchos, en especial cuando se está solo a 20 minutos de cumplir una duración de 3 horas exactas.

Asimismo, hay que mencionar que a diferencia de las películas anteriores que hemos visto del connotado cineasta, dado que nos vemos claramente frente a lo que es una -si no la– película más densa que ha hecho, al tratar con una historia que busca sacar a relucir interrogantes para las cuales no tiene respuestas y tampoco piensa darlas; que a pesar de que si bien se llega a una resolución narrativa bastante redonda, la realidad es que para aquellos que no se involucraron lo suficiente como para captar la noción de cuestionamiento personal que se pretende lograr, lo más probable es que la única pregunta que se hagan es: ¿Y cuál fue el propósito de todo esto?

Para resumir, «Silencio» es otra notable adición a lo que es una impecable filmografía por parte del renombrado Martin Scorsese; siendo una película que destaca con notables y desgarradoras actuaciones, una cinematografía cautivante, y una historia que, si bien puede resultar más densa en contenido e ideas de lo que muchos espectadores están dispuestos a vivir frente a la pantalla grande y/o que llegarían a esperar del renombrado cineasta, no deja de ser un apasionante y bello ejercicio cinematográfico que explora la condición humana y que refleja un mundo lleno de matices y contrastes, que está dominado por un poderoso balance entre la belleza y la crueldad, y la compasión y el odio. Definitivamente una película merecedora del precio de entrada para todo cinéfilo de corazón, y que de ninguna manera debe ser callada.

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