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Siento que ya lo he dicho un par de veces, pero he empezado a resignarme a esta «nueva era» de la animación. Entro a las salas de cine con emociones encontradas: una enorme nostalgia por las historias que he disfrutado y aprendido a amar, pocas expectativas —para que la decepción no duela tanto— y una pequeña gota de esperanza, que dicen es lo último que se pierde.
Sinopsis: En la isla de Berk, donde los vikingos y los dragones han sido enemigos poro generaciones, Hipo se distingue. El ingenioso, pero olvidado, hijo del Jefe Estoico el Vasto, Hipo desafía siglos de tradición cuando hace amistad con Chimuelo, el temido dragón Furia Nocturna. Su vínculo inusual revela la verdadera naturaleza de los dragones, retando las fundaciones de la sociedad vikinga.
Con la feroz y ambiciosa Astrid y el peculiar herrero Bocón de su lado, Hipo se enfrenta a un mundo dividido por el miedo e ignorancia.
Mientras una antigua amenaza emerge, poniendo en peligro tanto a vikingos como a dragones, la amistad de Hipo y Chimuelo se convierte en la clave para forjar un nuevo futuro. Juntos, deberán recorrer el delicado camino rumbo a la paz, más allá de las fronteras de sus mundos y redefinir lo que significa ser un héroe y un líder.
Creo que lo que esta adaptación logró, y que ninguna versión live action anterior había conseguido, fue dejar de sentirse como una simple actualización de una historia pasada, para transformarse en una oportunidad de volver a disfrutarla con la misma emoción de la primera vez. Reconocer a los personajes, revisitar su historia y emocionarnos nuevamente con sus logros y aventuras, sin sentir que falta algo, porque la esencia se desborda en cada cuadro.
Podemos ver mucho más claramente las ambiciones de este grupo de jóvenes que se identifica como el futuro de su isla, cargando con las expectativas de sus familias y de ellos mismos por asegurar el mejor porvenir posible, un futuro que solo será prometedor si logran el éxito en un entrenamiento que los desafía de muchas formas.
Hipo es un outsider, una mente distinta que lucha por encontrar una forma de demostrarse a sí mismo que puede encajar, aunque sea a su manera, en un molde que claramente no fue hecho para él. Bocón adquiere un rol más protagónico como mentor, alguien que confía y apoya a Hipo a pesar de sus constantes fracasos. Nos reencontramos con Ingrid, una joven ambiciosa y tenaz, decidida a alcanzar un destino de excelencia que le permita ser un ejemplo para todos. Y finalmente, Estoico, un padre que no sabe cómo conectar con su hijo, pues le resulta casi imposible dejar de ser el jefe de la isla para convertirse, simplemente, en padre.
Chimuelo está logrado con excelencia, sin peros. La conexión y alianza que forma con Hipo es el motor y el corazón de la historia, y su animación honra esto a cabalidad. La amistad, la superación y la diversidad vuelven a estar al frente de la narrativa, recordándonos cómo alguien con determinación, trabajo y voluntad puede cambiar el mundo, incluso si el mundo parece negarle la entrada.
El elenco está realmente bien elegido, no solo por el parecido físico —que en casos como el de Mason Thames roza lo increíble, como si hubiese nacido para ser Hipo: atrevido, sensible y valiente—, sino también por la capacidad de encarnar a los personajes en su esencia. Destacan Gerard Butler, irreconocible en la piel de Estoico, y Nico Parker, quien nos entrega una Ingrid distinta, pero igual de decidida.
Las escenas de acción, filmadas especialmente para IMAX, son una verdadera delicia visual. Las secuencias de vuelo, los dragones y los paisajes salvajes destacan por su calidad y detalle, acompañados de una animación impecable que complementa de forma armoniosa las interpretaciones en pantalla. Esta versión live action aprovecha al máximo aquellos aspectos en los que puede sobresalir frente a la original, ofreciendo una experiencia visual impactante y envolvente.
No permitir que otro se hiciera cargo de esta nueva versión fue, sin duda, un acierto. Dean DeBlois, quien dirigió la trilogía animada, retoma aquí la historia con una mirada más íntima, sin sacrificar la épica del relato original. Su regreso funciona como una garantía de fidelidad a la visión original, una visión que ya llevó esta historia a la gloria una vez. Los cambios se aceptan rápidamente, porque el alma de los personajes sigue habitando en ellos como lo hizo en la animación.
La película logra conmover sin caer en la nostalgia vacía, y me dejó al salir de la sala no solo conforme, sino genuinamente feliz. En cines gracias a Andes films, disponible en formato IMAX y también en sus versiones doblada y subtitulada.
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