[Reseña] «Inmersión»: Pretensión inmersiva

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Wim Wenders es discutiblemente uno de los cineastas europeos más destacables de los últimos 40 años, al ser una figura prominente del nuevo cine alemán, haber recibido 3 nominaciones al Oscar por mejor largometraje documental (incluyendo la increíble «Buena Vista Social Club» de 1999), y haber ganado un BAFTA a mejor director y la Palme d’Or en el Festival de Cine de Cannes (ambos por la estremecedora «Paris, Texas» de 1984). Con todos esos increíbles reconocimientos, uno creería que una cinta del director que tiene como protagonistas al talentoso James McAvoy («Expiación, Deseo y Pecado»; «El Último Rey de Escocia») y a la ganadora del Oscar, Alicia Vikander («La Chica Danesa»; «Ex Machina»), sería un éxito seguro; sin embargo lo único que me pregunto al respecto es: ¿qué pasó aquí?

Sinopsis: Mientras el espía británico James Moore (James McAvoy) es mantenido cautivo por yihadistas en una habitación sin ventanas en Somalia, la bióloga Danielle Flinders (Alicia Vikander), angustiada por no tener más noticias de él, se prepara en Groenlandia para iniciar un viaje hasta el fondo del océano. Inmersión (Submergence) nos hace sumergir también en esa fuerte e inusual historia de amor iniciada en la Navidad del año anterior, cuando un encuentro casual en una playa en Francia los condujo a un romance intenso.

Si bien pareciera por esa sinopsis que la película cuenta con una trama bastante intrigante y emocional, la verdad es que eso es una idea que claramente el director nos gustaría que creyésemos, ya que el producto final es uno que, si bien resulta bonito de ver, deja mucho que desear a la hora de establecer un nexo emocional fuerte que maneje la cinta.

Por más bueno que sea el talento de Vikander y McAvoy, lamentablemente el libreto no les da mucho con lo que trabajar, por lo que la relación que la película quiere vender como un romance intenso e inseparable, realmente se siente como algo sumamente casual y e inmerecido de todas las líneas de amor y nostalgia que los protagonistas se dicen a sí mismos cuando están separados, cosa que recién ocurre una vez que terminamos de ver el único encuentro que tuvieron, el cual termina después de los primeros 50 minutos de película. La química está entre los actores, pero todo es demasiado rápido y débilmente estructurado como para sentir realmente algo ante la pérdida y la distancia por la que ambos supuestamente están pasando.

Sin embargo, por más tedioso que eso suene, la película nunca llega -gracias a Dios- a un nivel de tedio y pretensión como lo suelen acostumbrar, por ejemplo, las películas de Terrence Malick («El Árbol de la Vida»; «Knight of Cups») con sus duraciones extensas y progresiones casi nulas de constante divagación; por el contrario, la cinta se mueve con una cinematografía preciosa de la mano del belga Benoît Debie («Enter the Void»; «Irreversible»), por lo que incluso para un romance que está medio muerto, los cuadros en pantalla jamás lo están, sino que están llenos de vida y movimiento bastante inmersivo.

Aún así, el mayor problema de la cinta es que sus intenciones nunca realmente se dan a conocer, ya que trabaja por un lado con un romance que está desarrollado de manera bastante pobre, por otra parte con un protagonista que se encuentra en una plena interrogante ética respecto a los conflictos bélicos en medio oriente, y finalmente con otra protagonista que se la pasa preguntándose sobre el misticismo de lo desconocido en las profundidades del mar. Nada de esto realmente calza, y por ende, sientes que estás viendo viñetas donde destaca la pretensión de un estilo precioso, pero que no tienen mayor substancia, aunque pareciera que ellas creen que dicen mucho más de lo que realmente hacen.

Para resumir, «Inmersión» es una película digerible pero que carece de mucho mérito más allá de una impecable cinematografía y buenas actuaciones. Con un guión que no sabe realmente qué decir, pero que pareciera creer que lo hace, la cinta realmente fluye de principio a fin sin problemas, pero llega a su destino de inmersión gracias a su estilo y no a su substancia.

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