Subtítulos «a la chilena»: revolucionando el paradigma, un «hueón» a la vez

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Recientemente tuvimos la oportunidad de ver ¿Por qué él?, una gran comedia navideña protagonizada por James Franco (Este Es El Fin) y Bryan Cranston (Breaking Bad), la cual nos sacó risas no solo por su bien trabajada comedia, sino por una particularidad muy novedosa: 20th Century Fox Chile tuvo la ingeniosa idea de subtitular la película al «chileno», y para gran sorpresa… ¡es un éxito!

¿Cansado de los «santa cachucha», «recórcholis» o «madre mía»? No eres el único. Fox escuchó nuestras plegarias y ha respondido con un gran trabajo de subtitulado localizado, dejando atrás los términos neutros, «mexicanizados» o «españolísimos». La idea ha recibido comentarios variados, dividiendo a la crítica entre quienes lo consideran un buen aporte a la comedia, y otros que dicen que es vulgar e innecesario.

Pero el subtitulado chileno no es solo rellenar con «hueón» cada cinco palabras, va mucho más allá y requiere un trabajo de investigación y comprensión del contexto en que se utiliza cada palabra, para no modificar el contenido original. ¿Lo logran? Sí. Aunque, en algunos momentos se nota demasiado la falta de referencias previas y lo llevan demasiado al límite, cambiando el sentido de algunas frases para hacer sentir la película más local; como menciones directas a Chile, o frases que en inglés son más sutiles y que se convierten en explícitas en los subtítulos.

Las ventajas de una localización por sobre un doblaje «a la chilena» son bastantes, y una de estas es el apelar a un público mucho más grande, debido a que quienes entienden el inglés (y no les interesa el tema de los subtítulos chilenos) pueden disfrutar la película y despreocuparse de los subtítulos; mientras que los que no manejan el idioma viven una versión pensada exclusivamente para el país, con ideas y realidades locales.

Obviamente, este formato no funcionaría en todas las películas, pero bajo ningún motivo debe creerse que solo aplicaría a las comedias. Las traducciones localizadas no son ninguna novedad, es cosa de sentarse un rato a ver televisión, para toparse con dos grandes ejemplos: Los Simpson y Futurama.

Ambas series, también de Fox, cuentan con un doblaje «a la mexicana» desde sus inicios, con menciones a personajes del folclore latino como Don Francisco o Chespirito, cambiando muchos contextos para hacer la historia más apelable a los países de habla hispana, y ha funcionado de maravilla, teniendo una escena de estas series como referencia para cada situación cotidiana. Entonces, ¿por qué una versión chilena estaría mal? 

En ¿Por qué él? algunas palabras que no son «garabatos» a veces son cambiadas a versiones chilenas que sí lo son, pero el contexto se mantiene mayoritariamente igual; menciones a la prestigiosa Universidad de Stanford son cambiadas solamente a «la U», debido a que en un contexto chileno no tiene sentido aquella casa de estudios en específico; y cada vez que el personaje de Bryan Cranston exclama un «oh my God!» se cambia a un «miércale», o alguna expresión antigua del vocablo chilena, en contraste al deslenguado James Franco que reparte «conchetumadres» sin pudor.

¿Para qué negarlo? El chileno es chucheta (chucheta, loc. adj. coloq.: individuo muy bueno para hablar con garabatos, disparates o improperios), y Fox tomó esta cualidad de nuestros compatriotas, transformándolo en un buen experimento y una experiencia única para el país, y que también abre las puertas a que otros se atrevan a realizar este cambio en el paradigma del español neutro.

No esperamos ver esto en todas las películas que se traigan al país, pero se puede hacer un paso más allá y revolucionar el paradigma del cine extranjero en Chile, incursionando no solo en las comedias, y dejando atrás los doblajes extraños o forzados para chistes que no funcionan en español (como juegos de palabras en inglés). No queremos más «tíos», queremos más «hueones»; adiós a los «gilipollas», traigan los «conchetumadres». Abracemos nuestro lenguaje, ¡que no nos de vergüenza como hablamos!

Por supuesto, esto debe tratarse con sumo cuidado, porque un exceso de chilenismos en un título extranjero terminaría en un desgastamiento de una fórmula que debe replicarse de forma tímida y paulatina, un hueón a la vez, para que no se les suban los humos a la cabeza a los creativos de esta idea, o terminaremos viendo escenas como las de las imágenes que acompañan la nota.

Esperemos que los subtítulos chilenos lleguen para quedarse. Quizás, podrían llamar a Nicolás López para que los ayude, ya que lo más memorable de sus películas son las grandes frases que pasaron a la historia del cine chileno.

Los invito a no tenerle miedo a los subtítulos chilenos, a disfrutar de «¿Por qué él?», y a esperar que alguien más se atreva a repetir la experiencia.

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