Descifrando: Baradit, el hombre

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Algo muy particular es lo que me sucede con la figura de Jorge Baradit. Hoy es reconocido como uno de los escritores de mayor éxito a nivel nacional, pero yo creo que será algo más… algo así como uno de los que darán nombre a un nuevo movimiento literario chileno, el “cyberpunk criollo” que nuestros hijos o nietos deberán estudiar de la misma manera que nosotros estudiamos a Marcela Paz, Edwards Bello o Gabriel García Márquez.

Hoy me quiero detener a hablar un poco sobre él y sus libros, pero sobre todo de él.

Creo haber estado en segundo o tercero medio, ahí por el 2009, cuando Sagredo, un compañero de curso, me mostró “Synco”. Lo había pedido en un Bibliometro creo, así que estaba un poco malgastado. Brevemente me explicó de qué se trataba: “Chile sin el golpe del 73, pero con un proyecto cibernético que se estaba desarrollando en Chile”. Intrigado, no tardé en hacerme socio de Bibliometro y pedir una copia.

Creo que en menos de 3 días ya me lo había terminado y alucinaba con todo lo que ahí se decía. Empecé a estudiar historia sobre el golpe y le consultaba a mis papás algunas cosas, ya que ellos vivieron la dictadura. Con Sagredo pasamos varios días comentando el libro hasta que me recomendó otra de las obras del porteño, «Yggdrasil». Creo que ya me he leído ese libro unas cuatro veces y en cada ocasión entendí algo nuevo que se me había pasado por alto.

Y así, me fui convirtiendo en un seguidor de sus trabajos.

En ese momento recuerdo que me obsesioné con la figura del Comandante Proxy, esta especie de justiciero del tiempo, un guerrillero detrás de las paredes. La verdad es que nunca tuve claro cuál era el rol del Proxy, pero al ser transversal en las obras de Jorge, no me cabía duda que eventualmente tendría algún papel importante dentro de su universo. Así que quise confeccionar un disfraz de él.

Con 17 años y vagando por internet logré dar con su correo, no tardé en escribirle, presentarme y decirle que quería hacer este cosplay y le pedí un poco de ayuda con los materiales. Para mi sorpresa, no tardó ni una semana en contestarme y mandar una lista completa de los materiales necesarios y fotos de la máscara. Con unas cuantas chauchas que tenía ahorradas compré todo: codos de cañerías, tubos para cables, máscara con filtro para gases, lentes de soldar y varias cosas más que no encontré y que me las ingenié en crearlas.

Fui a varios eventos donde Baradit estaba, y obvio que con mi disfraz. Su popularidad empezaba a crecer y sus seguidores también. En eso, recuerdo que hizo un concurso donde regaló ejemplares del “Octocéfalo”, un libro donde colaboró. Yo salí ganador y para realizar la entrega convocó a todos los ganadores al Parque de las Esculturas.

Ahí nos juntamos unas diez personas y sentadas en el pasto conversamos sobre distintas cosas. Más allá de literatura, hablamos sobre experiencias, inspiración, nuevos proyectos y un sinfín de cosas. Recuerdo que Baradit contó que quería hacer un carrete como hardcore en donde hubiese una chica colgada del techo y que uno le pudiera rayar con plumones lo que uno quisiera. Yo quedé simplemente fascinado.

Más adelante lo entrevisté para un trabajo de la universidad, cuando se alzó la polémica con los historiadores a solo semanas del lanzamiento de «Historia Secreta de Chile 2».

Para concertar la reunión con Jorge, me metí a sus redes sociales y vi en qué lugares iba a estar haciendo firmas para poder ir a entrevistarlo. Me conseguí su número y lo llamé, me dijo que estaba muy ocupado, pues faltaban solo unos días para lanzar su libro, pero le pregunte si se podía hacer un tiempo después de una firma. Sin mayores condiciones nos vimos un sábado o domingo por la tarde recuerdo.

Ahí me puse a observarlo con más cuidado que otras veces, la fila para tener su autógrafo era un tanto larga y cada vez llegaba más gente, sin embargo se tomaba todo el tiempo que fuese necesario si alguno de sus lectores le contaba o le preguntaba algo.

Cuando finalizó con eso nos pusimos a conversar. La verdad es que tenía un montón de cosas por preguntarle y con la conversación divagamos más de lo que esperaba. En eso tocamos un tema que creo no hay que pasar por alto. Su chaqueta militar.

Quienes han visto fotos de Baradit o han asistido a algunas de sus presentaciones lo habrán visto con la misma chaqueta tipo militar y que en vez de insignias tiene unas cuantas chapitas, de partidos políticos, del «Che», Star Wars y varias cosas más.

Ahí me explico que tenía gran aprecio por las instituciones castrenses siempre y cuando procuraran la defensa del pueblo y no defenderse de ellos. 

Me pareció increíble que alguien que habla duramente sobre los militares chilenos, recordando y narrando los vejámenes que ellos han cometido contra sus compatriotas, los tuviera con tanta estima. Pero no se refería a ese aspecto, o al menos eso creo, sino a al ideal social que existe sobre ellos. Una defensa y socorro nacional para todos.

Me contó que con el lanzamiento del primero ya se había pensado en una trilogía y que el rojo de la portada no era casualidad, sino que estaba pensado para que con los otros dos libros formara el tricolor chileno.

Y en pocos meses llegó a tener su propio programa de televisión y su nombre fue sinónimo de éxito de ventas.

El otro día conversando con mi papá me mencionó lo afortunado que fue él cuando era cabro chico. Al día de hoy seguimos viviendo en la misma casa donde él se crió, en Recoleta, cerca del cerro San Cristóbal. A pasos de la casa central de la UC, la escuela de derecho de la Chile, el Bellas Artes, Santa Lucía, la Chascona, el Forestal y el Bustamante. En esas zonas tuvo la oportunidad de conocer a la la burguesía intelectual del país, sentados en una banca disfrutando de la tarde, exponiendo una obra o en algún concierto. Mi viejo tenía de vecino a Neruda, imaginen eso ¡Woah!

Hoy el barrio ha cambiado, pero por internet y las redes sociales uno se puede acercar bastante a aquellos que admira y verlos en una faceta más humana, después de todo, eso somos, humanos, pero que con los años y la muerte nos convertimos en un relato construido por nuestros seres queridos y por la sociedad misma. ¿Pero te imaginas tener la posibilidad de haber conocido a ese relato en vida y ser parte de quienes lo construyan después?.

Así imagino un poco la figura de Baradit, una de esas que ahora reconocemos como un gran escritor, pero que con los años se convertirá en un ícono de la cultura y la literatura actual, junto varios más.

Hay que prestarle atención a lo que dice Baradit, a sus tweets y posteos en facebook, es sin duda uno de los líderes intelectuales en este momento, pero recuerden ser siempre críticos.

Mi nombre es Augusto y esto fue Descifrando, en Cinebooom.

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