[Reseña] «Doctor Strange: Hechicero Supremo»: Vieja fórmula, nueva escala

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No es novedad el que Marvel logre alcanzar éxito tras éxito con cualquier material de sus cómics que adapte a la pantalla grande; y si bien franquicias como Iron Man, Capitán América y Thor, son de las favoritas del público; las que causan mayor curiosidad son las de los superhéroes menos conocidos (como lo que fueron «Los Guardianes de la Galaxia» y «Ant-Man»), ya que nunca quedan cortos de sorprender. La nueva apuesta de Marvel (y la última de este año), Doctor Strange, no tan solo trae al MCU (Marvel Cinematic Universe) un nuevo héroe, sino que abre un mundo nuevo en el plano de la hechicería y la magia. ¿El resultado?…una de las mejores películas de Marvel.

Sinopsis: Doctor Strange sigue la historia del neurocirujano Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) quien, tras un terrible accidente automovilístico, descubre el mundo oculto de la magia y el multiverso, lo que alterará el curso de su vida y de todo lo que creía saber.

Antes de empezar con cualquier comentario, debo admitir que al igual que muchos, soy un fanático de Marvel, o más bien dicho, del MCU. Si bien mi relación con los cómics es bastante básica y pobre, la que tengo con las películas de Marvel no lo es, y desde que partieron creciendo desde «Iron Man» (2008) en adelante, no he podido dejar de admirar el gran hito que han marcado en la industria del cine. Sin embargo, -para no caer en el prejuicio de estar completamente sesgado-, no he sido fanático de todo; teniendo una decepción muy grande con la primera parte de la franquicia de «Capitán América», y haber quedado bastante insatisfecho con lo que ha sido la saga de «Thor» hasta ahora (esperemos que «Ragnarok» marque una diferencia). Si bien Marvel tiene el trono de los superhéroes en el cine, ha cometido sus faltas; por lo cual las expectativas son tan altas como la capacidad crítica ante lo que producen para nosotros.

«Doctor Strange» nos introduce a un nuevo superhéroe de Marvel (después de la introducción de Ant-Man el año pasado), y asimismo tiene el desafío extra de plantear una arista nueva dentro del mundo de Marvel, que es la de la realidad mágica y la existencia del multiverso; es decir, es una «origin story» que nos introduce tanto a un nuevo personaje como a una nueva fracción de un gran universo narrativo. Esto no es un desafío fácil, en especial cuando no hay una base de fans popular (como la hay con Capitán América, o Hulk, o Iron Man, etc…) en la cual uno puede basarse para seguir una línea que se atenga a la esencia del personaje; y asimismo, está la complicación de presentar un mundo complejo como el mágico y el interdimensional. Aún así, el director Scott Derrickson («El Exorcismo de Emily Rose«; «Siniestro«) logra traer una historia de origen que si bien es en esencia simple y va en tradición con la fórmula Marvel, trata con uno de los personajes más completos de este mundo, y asimismo, trae a la vida un mundo visual completamente inolvidable.

Para empezar con lo que concierne al reparto (el cual no escatima en grandes nombres), todos hacen una gran trabajo con el material que tienen, y aquellos que cargan con el peso del protagonismo, lidian con él muy bien y traen a la vida a personajes inolvidables. Benedict Cumberbatch («Sherlock«; «El Código Enigma«) se luce como el Dr. Stephen Strange, personaje que si bien puede ser comparado como otra versión bien actuada del Tony Stark de Robert Downey Jr., creo que a diferencia de este último (no me vayan a matar fans de Iron Man, que tampoco lo veo a menos), logra en una película mostrar la importancia de su personalidad para la situación narrativa de una manera mucho más potente y efectiva que la que Stark tuvo dentro de su propia franquicia.

Strange no es sólo inteligente y ególatra y egoísta (a pesar de la ironía de que su trabajo consiste en ayudar y salvar a otros), sino que es un personaje que interiormente se ve manejado por sus miedos y la falta de convicción para superarlos. Strange tiene un increíble momento con su interés romántico, la Dra. Christine Palmer (interpretada por la siempre bella y talentosa Rachel McAdams), tras el accidente inicial en la película, en el cual tienen una discusión sumamente dura, en donde el protagonista saca a luz sus peores colores, y lo que dice tiene un peso emocional muy grande, que en lo personal no recuerdo haber sentido anteriormente respecto a la caracterización de un personaje de Marvel, lo cual se refuerza aún más con la brillante actuación de Cumberbatch.

En cuanto a los hechiceros que sirven como maestros para Strange, todos hacen un increíble trabajo. Chiwetel EjioforNiños del Hombre«, «12 Años de Esclavitud«) como Mordo, está bien incorporado a la historia, y tiene una buena explicación de sus motivaciones (especialmente para quienes saben la relevancia que su personaje tiene en el mundo del Doctor Strange en los cómics), a pesar de que no roba un rol muy protagónico o que acapare mucha de la atención del público. Wong, en cambio, interpretado por el intimidante, y sin embargo, sumamente chistoso Benedict Wong («Prometheus«; «Misión Rescate«), es un personaje que si bien se mantiene al margen, da su todo en cada escena que tiene, y por ello, saca muchas carcajadas de manera efectiva. Pero si hay alguien que destaca, es Tilda Swinton («Constantine«; «Las Crónicas de Narnia: El León, La Bruja y El Ropero«) como «El Ancestral» (The Ancient One), quien es la mentora de Strange a lo largo del viaje, y quien mantiene una actitud calma y revelación a lo largo de la película, que capta toda la vibra del mythos bajo el cual la historia se construye (hay una escena de tiempo suspendido que tiene con Strange, que es uno de los puntos cúspide de la película).

Ahora, si hay un reparo en cuanto a reparto y personajes, sería que, siguiendo la fórmula Marvel, los villanos siguen siendo sumamente pobres, a pesar de tener motivaciones claras. En este caso, Kaecilius (interpretado por el siempre brillante e intimidante Mads Mikkelsen) es un fanático que busca liberar al dios Dormammu para así encontrar la vida eterna. Si bien Mikkelsen tiene presencia en pantalla, el material que tiene es bastante básico, y deja mucho que desear ante la idea de un villano memorable. Sin embargo, para toda persona que haya leído un cómic, sabe entonces que la mayoría de las historias de origen no cuentan con los mejores villanos, sino con el mejor desarrollo de protagonistas; y dado que el vibrante y humorístico guión de Jon Spaihts («Prometheus«) y C. Robert Cargill («Siniestro»; la próxima adaptación fílmica del juego «Deus Ex») cumple en entretener con buenos protagonistas y un mundo cautivante (sin mencionar que esta falla se ha visto varias veces antes con Marvel y aún más decepcionante), es una contra que no influye con gran peso en el disfrute de la película.

Finalmente, no puedo concluir sin destacar los verdaderos protagonistas de la película: los efectos especiales. En el momento en que Strange abre su «tercer ojo», lo que mis ojos presenciaron fue una experiencia que jamás había experimentado (al menos no estando sobrio). Un sinfín de efectos visuales de todos los colores y formas, constantemente cambiantes y destilando imágenes vibrantes y psicodélicas salidas de una gran dosis de LSD. El mero hecho de imaginar que todo tuvo que ser visualizado y esquematizado previamente, es una idea que no deja de sorprenderme, y que me insta a ver la película reiteradas veces más para poder fijarme en la inmensa cantidad de detalles que probablemente me perdí en la primera pasada. Lo lamento, pero en este punto de la carrera, ya tienen el Óscar asegurado en esa área, lo doy por seguro.

Si bien es posible que «Doctor Strange» no tenga la mejor historia, no deja de presentar un mundo sumamente interesante, un mythos misterioso y que deja con muchas ganas de más (en especial con lo visual), y principalmente un mensaje muy importante, que es el motivo por el cual tenemos superhéroes en primera instancia. Es una historia sobre el autodescubrimiento, dejar el egoísmo personal para ayudar al resto, y encontrar la convicción de enfrentar nuestros miedos, aunque ellos seamos nosotros mismos. Strange nos deja a ver que nunca realmente perdemos a nuestros demonios, simplemente podemos levantarnos y mantenernos por sobre ellos, ya que de lo contrario perdemos nuestro camino. Tal como en los cómics, las manos del doctor siguen sacudiéndose, no están sanadas, y serán recuerdo constante de su miedo a fallar, no es perfecto; y probablemente siempre seguirá luchando esta batalla contra su ego y egoísmo, bajo la esperanza de poder canalizar su habilidades hacia un propósito más grande que su persona.

¿Perfecta? Para nada. ¿Entretenida? Definitivamente. Una película que todo fan de Marvel (sea de los cómics, las películas, o ambos), cineasta (por las increíbles visuales), y/o fanático de la acción y los efectos especiales debe ver de todas maneras. Strange no tan solo destaca -en mi opinión- como la mejor película de superhéroes de este año («Deadpool», te superaron por la nada misma), sino que es una de las mejores películas del año. Un gran balance de acción, comedia, efectos visuales, buenas actuaciones, un buen mensaje, y una gran partida de una dimensión que abre un sinfín de posibilidades a futuro para lo que Marvel nos traerá. Mordo tenía un punto, «olviden lo que saben».

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