[Reseña] «Kiki: El Amor Se Hace»: La gracia del placer

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Paco León es una de las grandes personalidades españolas de los últimos años; operando como actor, productor y director dentro de la industria del cine hispano, el artista de 42 años se ha dedicado a crear obras que han hecho reír a carcajadas a sus espectadores, como también los ha hecho pensar sobre temas poco comunes y sumamente interesantes que no se limitan solamente a las realidades del panorama multicultural que se vive en España, sino que también son de índole universal. Esta vez, en lo que es su tercera película como director y guionista (y aparte participando en un rol protagónico), León nos trae con «Kiki: El Amor Se Hace» lo que él define como «una comedia erótico-festiva», y he de decirles que cumple en todos los ámbitos que esa definición promete.

Sinópsis: Cinco historias de amor y de curiosas filias sexuales coinciden en un calenturiento verano madrileño. Dacrifilia, Elifilia, Somnofilia y Harpaxofilia son algunas de las particulares formas de obtener placer que descubren nuestros protagonistas, pero para disfrutarlas tendrán que decidir cómo integrarlas en sus vidas. Sus sentimientos, sus miedos y sobre todo su sexualidad se transforman rompiendo tabúes, adentrándose en una etapa nueva, emocionante y libre donde no se reniega ni del placer ni del amor.

En lo personal, soy un fanático ávido del humor español (por lo general); encuentro que hay una honestidad humana -siempre con un toque de picardía- y una gracia particular respecto a la forma en que se aproxima a las situaciones de la realidad en las cuales sus historias ocurren; en el caso de «Kiki: El Amor Se Hace», esto se refleja de manera clara, pero resulta muchísimo más efectivo a raíz de la originalidad de su temática central, la cual trata con el tabú de las filias sexuales más particulares que uno podría imaginar (y que existen, de por cierto). Un tema que necesita una aproximación humana pero no dramática al extremo; seria pero no grave; y explícita pero sin recurrir a la explotación de la sexualidad. León comprende esto muy bien.

El director se luce con un guión rápido, lleno de humor inteligente y natural, que se transmite en pantalla de manera brillante a través de la dirección que da a sus actores (cuyos nombres, en su mayoría, son los mismos de los personajes que interpretan); ya que todos se sienten muy naturales a la hora de aparecer en pantalla, y logran vender a la audiencia que quienes ven en pantalla no son actores, sino personas reales que vienen de distintas realidades de la ciudad de Madrid. Esto, al mismo tiempo, resulta muy útil al momento de abordar uno que otro cliché que encontramos a lo largo de la película; ya que si bien distan de manera considerable el uno del otro, y no afectan la gran porción de originalidad que hay en la obra como un todo, sí se notan; pero gracias al manejo que los artistas tienen frente a ellos, y asimismo, a las partes específicas en las que aparecen dentro de cada historia, estos clichés se vuelven tolerables, y funcionan a favor de la película en vez de hacerlo en contra. Nada mejor que hacer de un cliché, un placer culpable.

Asimismo, las propias filias descritas en la película (los insto a que no busquen sus definiciones, sino que se dejen sorprender a medida que la película progresa), son un elemento emotivo sumamente potente, por el hecho de que a pesar de su rareza; resulta fácil comprender de dónde vienen, si es que uno se toma un breve tiempo para pensarlo. Placeres simples que de manera subconsciente son llevados a un extremo, hasta el punto de lo incontrolable; no hay cosa más humana que eso.

Por otro lado, cabe destacar -y es notable dado que es inesperado viniendo de una comedia- el buen ojo cinematográfico que se aplica en la película al momento de escenificar ciertos momentos y ver cómo encuadrarlos; ya que hay escenas cuyo estilo es simplemente hermoso de ver y gozar (sea un picnic en un bosque, o el extravagante departamento de una de nuestras particulares protagonistas). Nunca está de más destacar esos pequeños gustos inesperados en películas de perfil más bajo. Bien ahí León.

Si la película llegase a tener un punto en contra -y aquí estoy siendo sumamente quisquilloso para encontrar alguno- sería que el punto de intersección común que busca para unir a estar historias en cuanto a su narrativa (no la temática) es bastante rebuscado, y de alguna manera, pareciera ser de último momento y a raíz de nada. Sin embargo, es por esa misma falta de argumento, y aparición de último minuto; que este elemento no opaca la película de manera considerable, ni tampoco marca gran influencia en lo que es su arco narrativo. Es simplemente un factor que se siente que está ahí para atar al conjunto de grandes historias en un moño de regalo; ni más ni menos.

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Para resumir, «Kiki: El Amor Se Hace» es una grata comedia que resalta por su interesante temática, la cual trata en medida balanceada con gracia y respeto, sin tampoco recluirse en jugar con un tema tabú de manera segura, sino que toma sus riesgos de ser explícita lo suficiente para efectos de lo que busca contar. Las actuaciones son frescas, naturales, y sumamente entretenidas; sin necesidad de rayar en lo obsceno, sino que resaltan la sensación pícara de adentrarse en lo que muchos pueden ver como algo prohibido; y esto para los espectadores es lo más grato que se puede recibir de una película así. Una película que será capaz de sacar carcajadas, y que al mismo tiempo funciona como una pequeña oda a las imperfecciones y rarezas del amor, que al final son lo que dan el verdadero sabor a las cosas. Una experiencia realmente placentera.

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