[Reseña] «Robar a Rodin»: La historia de un crimen artístico

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Muchas veces el término documental puede sonar a algo parecido a lo académico. Sin embargo, todo depende de lo que se trate. En este caso, no hay nada más alejado de lo académico ni más cercano a lo atrapante que «Robar a Rodin».

Sinopsis: Una mañana de junio de 2005, los guardias del Museo Nacional de Bellas Artes de Chile, notaron que una millonaria escultura de Auguste Rodin, había sido robada. 24 horas después del suceso un tímido estudiante de arte regresa la pieza argumentando que la había robado como parte de un proyecto artístico. Un documental sobre los dilemas del arte que entrelaza la figura de uno de los más famosos artistas modernos europeos con uno de los más desconocidos artistas chilenos contemporáneos.

Han pasado más de diez años desde el robo de «El torso de Adele» de la exposición de Auguste Robin en el Museo Nacional de Bellas Artes, pero su relevancia sigue impactando a tantos que ha llevado a la realización de un documental.

La película cuenta la historia desde todas las perspectivas y desde su origen. Comienza demostrando la importancia de la exposición, la realización del robo, las consecuencias y las reacciones que provocó, incluso en el extranjero.

Por lo mismo, cada personaje que aparece en pantalla da vida al documental. Hay voces expertas en historia del arte, encargados de investigar el robo, amigos del imputado e incluso, policía de otros países que se vieron afectados; todos armando la anécdota desde los más distintos puntos de vista.

Pero, ¿lo mejor de todo?… Cuenta con la narración de los hechos del mismo autor del robo, Luis Emilio Onfray, un estudiante de arte. Su testimonio se acompaña de sus propios bosquejos de la escultura y textos que escribió armando su tesis sobre la obra que estaba por iniciar: «¿Estará presente y estará ausente al mismo tiempo una obra de arte no estándolo?».

Ahí está la problemática del robo… en creer si fue solo un robo, del que más tarde se arrepintió, o si realmente fue una manifestación artística que llevaba tiempo organizando.

Cada espectador puede sacar su propia conclusión. No existe una respuesta correcta, pero sí ocurre que al conocer todos los lados de la historia te cuestionas lo que creías como verdadero.

El director de la cinta, Cristóbal Valenzuela, logra que «Robar a Rodin» nunca deje de ser entretenida. Se convierte en un documental apto para todos los gustos. Desde los fanáticos del arte y sus curiosidades, hasta a los amantes de lo policial.

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