[Reseña] «Van Gogh en la Puerta de la Eternidad»: El arte y la sombra

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Van Gogh es sin duda uno de los pintores más famosos y reconocidos en el mundo. Su obra y legado marcó la historia del arte y se ha convertido en un ícono a través de generaciones. Sin embargo su vida no fue sencilla, y tras sus afamadas obras se ocultaban misteriosas sombras, que han motivado a diversos artistas a ahondar en su vida. 

Muy distinta a «Loving Vincent», la película nominada a los premios Oscar 2018 como mejor película animada, «Van Gogh en la Puerta de la Eternidad» pasea por la vida del artista gracias a su legado, intentando rescatar la esencia de la mente que conocemos gracias a sus pinturas. 

Sinopsis: “Basada en los relatos de vida, hechos, rumores y retratos que solo existieron en la mente del post-impresionista Vincent van Gogh (Willem Dafoe), la historia narra su vida en Francia donde vivió por un tiempo y convivio de cerca Paul Gau – guin (Oscar Isaac). Un tiempo en el que se creó las obras maestras más espectaculares con las que el día de hoy es reconocido en todo el mundo. AT ETERNITY’S GATE, no se trata de una película biográfica, se trata sobre ser un artista“.

Como bien dice la sinopsis, esto no se trata sobre la obra o la mano tras ella, si no mas bien sobre el espíritu que impulsa la creación. La película es bastante conceptual y nos empuja a ver el lado más oscuro de Van Gogh, esa realidad en donde el rechazo, el poco reconocimiento y la locura dominaban el paisaje, pero en donde la visión y el alma fueron más fuertes, dando a conocer el mundo a través de los ojos de un particular hombre.

A través de una intensa personificación de Willem Dafoe, nos vamos interiorizando en la historia del pintor, su interés por unificar al gremio y sus idealizados sueños de trabajar junto a otros creadores. Al mismo tiempo, vamos poco a poco adentrándonos en sus ideas, que son representadas de una forma muy personal.

El actor nos entrega una interpretación fuerte, en donde parecieran convivir distintas versiones de la misma persona, todas luchando al mismo tiempo por salir a la Luz. Una persona sensible, soñadora y emocional, pero también solitaria, confundida y oscura. El personaje va desarrollando cada vez más capas, una bajo otra hasta que es difícil identificar a quien realmente nos enfrentamos; pero su visión creadora siempre sale a flote, como la palabra exacta para expresar lo que no se conoce. Dafoe tiene la fuerza suficiente para sostener una cinta en donde los personajes secundarios son simplemente una parte más de la escena (quitando quizás de este grupo a Oscar Isaac), y donde sus más grandes aliados están detrás de cámaras.

El juego de colores y luces a lo largo de la cinta es increíble, pues al igual que en sus cuadros, a medida que transitamos por su vida y los distintos hitos que marcan cada etapa, vemos como las distintas gamas de color se apoderan de la escena, como el reflejo de su vida. La terrosa oscuridad, el vibrante amarillo lleno de luz y luego la definición de intensas emociones fluyen junto con su vida, que parece desarrollarse entera en tan solo un pestañeo. Es aquí donde un dato cobra importancia: El director Julián Schnabel es también pintor, lo que queda más que en evidencia. La música es tan hipnótica como las imágenes en pantalla, sumergiendo al espectador por completo.

La película no es como aquellas que acostumbramos a ver en taquilla, y probablemente exijan de quien se siente en la butaca una cierta disposición a probar un nuevo ángulo. Pero si disfrutas de la vida y obra de Van Gogh, esta cinta buscará la forma de calar en tu mente. Los invito a probar. 

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