Reseña: «Mi Amigo El Demonio», de Carolyn Jess-Cooke

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No, «Mi Amigo el Demonio» no es otra novela paranormal con demonios, vampiros, ni monstruos adolescentes que se enamoran perdidamente de humanos.

«Mi amigo el demonio» suena como una semi-adorable historia ¿no?, algo así como «Mi amigo el gigante» o «Mi amigo el dragón», pero créanme cuando digo que ésta no es una historia que a Disney le gustaría llevar a la pantalla grande.

El título «Mi amigo el demonio» es lo que pasa cuando al editor le da flojera usar Google traductor (o por lo menos tomarlo en cuenta a la hora de pasar el título al español).   Un desastre, ¿por qué?

Por que esa mala traducción hace que se pierda el sentido de la historia en el nombre de la novela.  El título original de este libro es «The boy who could see demons», cuya traducción literal es «El niño que podía ver demonios», ahora, una historia sobre un niño que ve demonios suena bastante distinto a una en donde un niño tiene un amigo demonio.

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Volviendo a la idea principal, «Mi amigo el demonio» es un  thriller psicológico escrito por Carolyn Jess-Cooke; trata sobre la doctora Anya Molokova, una psiquiatra infantil que es llamada a trabajar en el caso de Alex Conolly, un pequeño de 10 años cuya madre es inestable y tiene tendencias suicidas, hay veces en las que Alex pierde el conocimiento, causadas según él, por su amigo imaginario Ruen, un astuto demonio que lo lleva a cometer actos violentos y dañar tanto a otros como a sí mismo. No es la primera vez que Anya se enfrenta a un caso así, y está más que determinada a ayudar a Alex a enfrentar lo que ella cree es un caso de esquizofrenia infantil.

Pero la pregunta que perseguirá a la doctora durante este relato es; ¿ Son alucinaciones?, o ¿Alex realmente ve demonios?

Sinopsis: Soy Alex. En ocasiones veo demonios. Mi favorito se llama Ruen. Mide metro y medio y lo que más le gusta es Mozart, el tenis de mesa y el pudin de pan y mantequilla. Conocí a Ruen y a sus amigos hace cinco años, cinco meses y seis días. Fue la mañana que mamá me dijo que papá se había ido.

Debo admitir que encuentro este libro grandioso, pues, a medida que la historia se desarrolla se entrelaza la realidad con lo fantástico hasta un punto en el que cuesta definir qué es parte de la supuesta enfermedad de Alex y cuáles hechos pertenecen a la realidad.

El libro es totalmente absorbente en su trama, los capítulos son alternados, algunos los cuenta la doctora Anya y otros Alex, en particular estos últimos relatan escenas dignas de pesadillas, aún peor cuando se toma en cuenta que las estamos viendo desde los ojos de un niño de tan solo 10 años. 

Esta es una historia totalmente impredecible, y este es el aspecto que más destacaré puesto a que una enfermedad psicológica es eso al fin y al cabo, si bien, hay factores que las hacen más probables o potencian, nada es seguro cuando nos enfrentamos a ellas.

En el libro Ruen normalmente se le aparece a Alex como un anciano.

Otro tema que el libro trata de una gran forma es la situación de la salud mental en Irlanda; en parte, la autora hace una fuerte crítica social a la manera en que el país funciona.  Es una lectura que invita a la reflexión tanto hacia afuera como adentro de uno mismo, las fronteras entre lo que es bueno y malo se difuminan, los personajes de Anya y Alex enamoran e introducen un conflicto interno en el lector acerca de lo que en verdad ocurre y cuál es la «cura» para Alex.

No me alargaré más y concluiré con la invitación a descubrir este libro que es una verdadera joya y que tanto adolescentes como adultos pueden disfrutar, un libro intenso que hace pensar a quien lo lee.

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