«Sex Education» lo hizo de nuevo: Sobre humanos, errores y sonoridad

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A principio de 2019, Netflix nos regaló una verdadera joya: Sex Education. Con una temporada compuesta por 8 capítulos que condensaban una atrevida e inteligente propuesta que abordó sin tapujos la sexualidad en un grupo de adolescentes, y de paso, nos demostró que un guión con personajes fuertes, temas importantes y mucha risa es totalmente posible.

Un año después la serie vuelve con su segunda temporada y los mismos personajes que nos alucinaron en la primera, con la misma alma y energía, entregándonos todo lo que queríamos ver y más.

Sinopsis: Otis, un adolescente inexperto, aprovecha los conocimientos de su mamá, una terapeuta sexual, para abrir una clínica clandestina en la escuela. Se viene un año espectacular, lleno de amor, risas y lubricante.

La serie está realizada con mucho corazón, es evidente. Retomamos la historia exacto donde la dejamos, con un Otis que comienza a superar sus miedos y barreras para descubrir lo que el mundo tiene para ofrecerle, al tiempo que Eric se empodera cada vez más de su personalidad y Maeve intenta luchar por sus sueños.

«Sex Education» sigue arriesgando el todo por el todo, vagando por una enorme cantidad de temas en cada uno de sus capítulos, que pese a ser abordados de manera fugaz dentro de lo que la historia lo permite, existen y son considerados de forma seria, veraz y educativa, dentro de ellos obviamente la sexualidad, problemas y tabúes de los que se evita hablar, normalización del mundo LGBT, entre tantos otros.

El guión continúa desbordante de inteligencia, entregándole fuerza a los personajes que ya conocíamos y profundizando en algunos nuevos. Los personajes femeninos siguen siendo un gran punto a destacar por su excelente construcción, pues hasta el personaje más banal y superficial de la escuela tiene motivaciones y es desarrollado. La serie es real, pues nos muestra a adolescentes imperfectos e inmaduros, que toman decisiones emocionales y que cometen errores.

Al mismo tiempo la serie nos acerca a un abordaje del rol de padres poco común, uno que nos recuerda que también son personas que sienten y sufren, cosas a las que deben sobreponerse para cumplir con la enorme responsabilidad de formar a otro ser humano, transparentando la difícil misión que esto representa.

La narración no es complaciente con el espectador, pues a pesar de que hay desenlaces predecibles o algunos arcos un poco obvios, los creadores ingeniaron una forma de desarrollarla en donde se evidencia que las opciones no son cómodas o fáciles, si no que muy bien pensadas. 

La historia es entretenida, dramática, emotiva. Nos hace vagar por cientos de emociones capítulo a capítulo, cuestionar y reflexionar sobre innumerables temas al mismo tiempo que no puedes aguantar la risa. Las interpretaciones siguen siendo un lujo y constantemente nos seguimos enamorando de cada uno de los protagonistas, sus desafíos y sus logros. Esta temporada cuenta con un fuerte enfoque en los roles femeninos, el abuso y la sonoridad. Un pequeño homenaje a Mean Girls y su mensaje más allá de la comedia; sobre las dinámicas sociales y  la importancia de solidarizar con nuestros pares.

Todo esto sin mencionar todos los méritos técnicos y estéticos que tiene la serie, como si nos faltara alguna razón para considerarla brillante.

Por ahora sin una tercera temporada confirmada, esperamos que prontamente podamos tener más noticias respecto a este tremendo proyecto de la gran plataforma de streaming. Una vez más una recomendación 10 de 10 que no se pueden perder, disponible en Netflix a partir del 17 de enero.

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