[Reseña] «Sr. Link»: Cuando la amistad amplía nuestros horizontes

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Laika es uno de los estudios de cine que más admiro en lo que concierne a la industria cinematográfica. En un mundo lleno de blockbusters animados y live-action, este nombre es de los pocos que constantemente se la juega por crear películas que apuntan a entregar experiencias únicas a nivel visual y narrativo, a través de una de las formas más preciosas y complejas de animación que hay: el stop-motion. Tres años después de su última película (la brillante «Kubo y la Búsqueda Samurái»), el estudio nos trae «Sr. Link» (Missing Link), una aventura cómica que explora cómo las amistades genuinas pueden cambiarnos y ayudarnos a encontrar el lugar donde pertenecemos. ¿Está al nivel de los demás éxitos de Laika?

Sinopsis: Sir Lionel Frost (Hugh Jackman), un valiente y apuesto explorador que se considera el investigador de mitos y monstruos más importante del mundo, tiene un problema: nadie más parece coincidir con él. Sir Lionel ve la oportunidad de probarse a sí mismo viajando al noroeste del Pacífico de los Estados Unidos para demostrar la existencia de la criatura más legendaria del mundo. El remanente vivo del ancestro más primitivo del hombre, el eslabón perdido, quien resulta ser el Sr. Link (Zach Galifianakis), la bestia ligeramente tonta, sorprendentemente inteligente y conmovedora que descubre Sir Lionel. Pero el Sr. Link es una especie que está en peligro de extinción; él es posiblemente el último de su especie, está solo y cree que Sir Lionel es el único hombre vivo que lo puede ayudar. Juntos emprenden una intrépida odisea alrededor del mundo para hallar a los parientes lejanos de Link en el legendario valle de Shangri-La.

El director Chris Butler no es nuevo en el mundo del stop-motion, habiendo ya trabajado con Laika como director en «ParaNorman» (escrita por él y co-dirigida con Sam Fell) y como co-guionista en «Kubo y la Búsqueda Samurái», pero es en «Sr. Link» donde tiene mayor control creativo, operando como único director y guionista de la cinta.

La visión del cineasta es clara, y si bien, esta aventura cómica no califica dentro de las mejores cintas del estudio (por ahora «Coraline y la Puerta Secreta» y «Kubo…» lideran esa categoría), sin dudas, no deja de ser una experiencia llena de corazón, risas y gran maestría visual.

Más allá del increíble despliegue de escenarios que hay a lo largo de toda la cinta (desde los bosques del noroeste de EE.UU. hasta las frías montañas del Himalaya) y del humor inocente y entretenido del guión, la historia se mantiene dentro de las líneas narrativas por las que Laika destaca: contar cuentos llenos de corazón sobre aquellos que son -o se sienten- diferentes del resto, los inadaptados, y sus viajes para aceptarse como tales y ver el valor en ello.

Esto tiene un valor agregado cuando notamos que esta aventura tiene su corazón en el lugar indicado, al ser un cuento que en esencia trata sobre el poder de la amistad genuina, aquella que es capaz de cambiarnos, ampliar nuestros horizontes, hacernos ver más allá, e incluso, permitirnos encontrar el lugar donde realmente pertenecemos; lo cual es algo precioso de explorar para los más pequeños, y lindo de volver a visitar para los adultos.

No obstante, como mencioné en un principio, la cinta dista de calificar como una de las mejores del estudio, y esto se debe a que, a pesar de todo el corazón que hay en su historia, la verdad es que no es, en esencia, una narrativa que no se haya visto antes en cuanto al propósito del cuento que narra, sino que es bastante simple y su novedad está en la rareza de los personajes y la aventura en sí.

A pesar de esto, «Sr. Link» no deja de ser una película llena de encanto, con buenas risas y la tradicional animación cautivadora por la que Laika siempre ha destacado sin falta a lo largo de su filmografía. Tal vez no será la mejor cinta de su repertorio, pero ciertamente es una obra de animación que está por sobre el montón de películas animadas que vemos en cines cada año y que es digna de vivirla en la pantalla grande por todo el trabajo y maestría que se nota que hay detrás de cámara. El stop-motion bien hecho vale cada peso, y Laika lo sabe muy bien.

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